Como se mencionó anteriormente, cualquiera puede hacerlo. Sin embargo, es necesario pensar en los rasgos de comportamiento que crean los emprendedores. Cualquiera puede ser emprendedor, pero eso no significa que sea ideal. Siempre debes ser positivo con ideas distintas a las aspiraciones de fracaso persistente, perseverancia, desafío y desprecio en el sentido de querer innovar para mejor.
En el gráfico a continuación podemos ver un ejercicio simple y fácil que analiza en el eje vertical la inspiración o visión creativa y en el eje horizontal la capacidad de acción.
Ambos ejes del cuadro debemos interpretarlos de la siguiente forma:
Está estrechamente relacionado con la creatividad.
Puedes hacer este ejercicio en un cuaderno te ayudara a estar mas claro
si no estás en el punto 4 entonces qué tienes pensado hacer para llegar allí.
Las comunidades empresariales y corporativas son comunidades inspiradoras y de acción de alto nivel. Este tipo de cultura es característico de individuos, negocios y empresas que constantemente aprovechan las oportunidades actuando con creatividad e iniciativa en todos los niveles.
Antes de sumergirnos en la cultura empresarial, repasemos brevemente los tipos de culturas:
Muchas personas, comunidades y empresas de todo el mundo tienen esta cultura. Este tipo de personas y / o empresas se caracterizan por un trabajo diario sin propósito. La gente rutinaria no tiene ningún propósito o propósito especial.
Su pensamiento es rígido, general y está guiado por una cultura burocrática tradicional. Este tipo de cultura surge del sobredesarrollo de la organización. La falta de motivación, las restricciones “imposibles” y los tabúes que son característicos de este grupo. Todo esto provoca parálisis y ralentiza la progresión.
No hay una decisión rápida, ni un descanso, ni una oportunidad, ni una acción. En resumen, las características definitorias de la cultura burocrática son:
Es el caso de personas que se caracterizan por un alto grado de visión, imaginación y creatividad, pero con un grado muy bajo de acción. Este tipo de personas percibe las oportunidades que existen pero cuentan con una muy baja capacidad de acción, generalmente por miedo a los fracasos.
La persona emprendedora y una sociedad emprendedora, es aquella que posee un elevado nivel de visión y acción. Es decir que perciben, buscan y aprovechan oportunidades constantemente y en todos los niveles con creatividad e iniciativa para la acción.
Ahora que conocés las características del emprendedor, te proponemos que evalúes si tenés actitudes emprendedoras que te ayuden a ponerte en marcha.
Es fácil, son 14 afirmaciones que ayudan a evaluar si estás teniendo actitud emprendedora. Asignale un puntaje del 1 al 3 de la siguiente manera: Si estás de acuerdo con la afirmación asígnale un 3, si no estás muy convencido un 2 y si no estás de acuerdo un 1.
1 | Estoy Dispuesto A Asumir Riesgos |
2 | La Economía De Mi País No Determina El Resultado De Mi Negocio |
3 | Cuando Trabajo, Lo Hago Para Hacerlo Lo Mejor Posible |
4 | Motivo A Las Personas Que Están Cerca De Mí |
5 | Para Tener Éxito En Los Negocios Es Necesario Llevarse Bien Con Los Que Se Trabaja |
6 | Trato De Sacar El Máximo A Mis Recursos |
7 | Sacrifico Mi Propio Bienestar Para Aprovechar Oportunidades |
8 | Me Gusta Ser Reconocido Por Lo Que Hago |
9 | Manejo Muy Bien Las Situaciones Difíciles |
10 | Soy Perseverante Y No Me Desanimo Si Falló El Primer Intento |
11 | Busco Permanentemente Nuevas Formas Para Hacer Las Cosas |
12 | Quiero Ganar Dinero |
13 | Creo En Lo Que Soy Capaz De Hacer |
14 | Me Llevo Bien Con La Gente |
Cuando comienza la búsqueda de empleo y es el momento de ingresar al mundo laboral, debe preguntarse dónde puede involucrarse y encontrar la manera que mejor funcione para todos. Ya sea que trabaje por cuenta propia o para una empresa, encontrar un trabajo es difícil. Es una decisión que tiene en cuenta los intereses individuales, las habilidades y el potencial de desarrollo futuro.
Pero para poder elegir bien, primero es necesario conocer algunas características del trabajo en relación de dependencia y de la actividad independiente. Si bien hay algunas diferencias que parecen obvias entre estas dos formas de generar ingresos, en realidad hay más similitudes de las que uno piensa. Y estas similitudes se encuentran principalmente en el hecho de que para que nos vaya bien debemos tener una actitud emprendedora ya sea como empleados.
Una de las primeras cosas que se analizan al pensar en esta comparación es la cuestión de las horas de trabajo. Existe el mito de que trabajando en un emprendimiento propio no tengo que cumplir horario y puedo manejar mis tiempos. Esto es así parcialmente. Si nosotros decidimos poner un local de venta al público, por ejemplo, no debemos abrir y cerrar el local adecuando el horario diariamente de acuerdo a nuestra conveniencia personal. Debemos respetar un horario todos los días para que nuestro cliente sepa cuándo puede comprar y cuando no. Si nosotros abrimos todos los días en un horario y un día decidimos abrir más tarde, podemos perder parte de nuestra clientela, lo que afecta negativamente a nuestro negocio. Además, cuando encaramos un proyecto propio, ya sea de manera individual o en cooperación con otras personas, seremos nuestros propios jefes. Como todo depende de nuestro trabajo, el tiempo no se mide en horas trabajadas en el local sino en objetivos cumplidos, con lo cual por lo general uno no se limita solamente a un horario laboral fijo. Un proyecto donde uno es dueño, suele significar un trabajo con mucha dedicación horaria, porque mientras más esfuerzo pongamos más probabilidades tendremos que nuestro emprendimiento funcione y crezca en el tiempo. Por su parte, muchas veces se piensa que cuando trabajamos en relación de dependencia sólo debemos cumplir el horario establecido por nuestros jefes. Sin embargo, para destacarnos dentro de la empresa, es importante trabajar por objetivos y comprometernos a cumplir con nuestras metas.
Otra de las cuestiones que debemos tener en cuenta es la responsabilidad que implica ser empleado o ser emprendedor. En un trabajo en relación de dependencia, las responsabilidades pueden limitarse a las que requiere el puesto. Sin embargo, es importante para el crecimiento en nuestro lugar de trabajo tener iniciativa y proponer mejoras. Cuando iniciamos un emprendimiento la responsabilidad y el compromiso con que vayamos a encararlo es determinante del logro o fracaso del mismo. Cumplir con la palabra, cobrar lo que el producto vale y atender bien al cliente, informándoles sobre el bien o servicio que estamos ofreciendo, son algunos ejemplos de este compromiso.
Un tercer punto, en muchos casos crucial al momento de tomar la decisión, es la estabilidad o seguridad que puede brindar un trabajo en relación de dependencia en donde todos los meses nos pagan un ingreso determinado. Es real que da mucha tranquilidad tener previsibilidad sobre cuáles serán nuestros ingresos mensuales y saber que vamos a recibir un sueldo el mismo día todos los meses. En cambio con un emprendimiento propio, lleva tiempo alcanzar la estabilidad de un ingreso relativamente fijo y aceptable, a veces incluso esto no se logra. Sin embargo, también es cierto que con un emprendimiento propio existe la posibilidad de generar un ingreso superior al que pudiésemos alcanzar como empleados si tenemos éxito con nuestro proyecto. Con paciencia, esfuerzo y perseverancia, se puede alcanzar la estabilidad económica.
Como se puede observar, no hay una opción que sea mejor que la otra, son diferentes formas de trabajo y de generar fuentes de ingreso para poder progresar. Incluso muchas personas tienen un empleo en relación de dependencia y en sus horas libres deciden emprender una actividad para generar un ingreso extra. Otras personas emprenden como forma de subsistencia hasta encontrar un puesto de trabajo estable. Nuestra elección dependerá entonces de la etapa por la que estemos pasando en nuestras vidas y de cada situación en particular. Dependerá también de nuestra personalidad y de nuestras habilidades. Otro concepto que debemos aprender y que nos ayuda a tomar la decisión más conveniente para nosotros es el de “costo de oportunidad”.
El costo de oportunidad de emprender, por ejemplo, es el dinero que dejamos de percibir por destinar nuestro tiempo a emprender cuando en ese tiempo podríamos estar ganando un sueldo en una empresa tal vez. Ese dinero que dejamos de percibir por no realizar una actividad para desarrollar otra es nuestro costo de oportunidad. Por ejemplo, si nosotros tenemos una peluquería y atendemos de 12 a 20 horas, en ese horario podríamos trabajar en una fábrica que nos pagaría un salario mensual, precisamente este salario mensual constituye nuestro costo de oportunidad. Lo que está claro es que para progresar, independientemente de si tenemos un emprendimiento o de si estamos trabajando en relación de dependencia, debemos tener siempre una actitud emprendedora. Tener una actitud emprendedora significa ser proactivos, creativos, innovadores, comprometidos, perseverantes y generar “propuestas de valor” para diferenciarnos y mejorar nuestro desempeño.
Debemos tomar decisiones que nos permitan progresar, buscando mejorar nuestra situación, la de nuestra familia y la de nuestro entorno. Esto lleva tiempo y mucho esfuerzo, pero es posible. En esta búsqueda es importante que encuentres tu propio camino y tomes la decisión de transitarlo con pasión, compromiso y honestidad.
En el mundo de las empresas hay una máxima que dice: “no dejes a un emprendedor hacer la tarea de un empresario y viceversa”. Un emprendedor es una persona que disfruta de un estado de incertidumbre permanente, con la cabeza en las estrellas pero los pies en el suelo; un soñador con los ojos abiertos que no deja de tener esperanza en su visión aún ante las peores situaciones. El empresario, por el contrario, tiene metas más prácticas, menos emocionales y no por eso menos importantes y valederas. Busca administrar la empresa en un clima de estabilidad y seguridad. De lo anterior se deduce que un emprendedor difícilmente tendrá los mismos resultados que un empresario; los dos trabajan con empresas, pero trabajan en tiempos diferentes. El emprendedor trabaja formando la empresa; el empresario la hace crecer cuando está constituida. Es decir, una misma persona puede primero ser emprendedor y luego empresario. de emprendedor a empresario.
En muchos casos los emprendedores se transforman en empresarios cuando administran y hacen crecer la empresa bajo metas y objetivos que son continuidad de los propuestos originalmente. Pero no todos los emprendedores desean hacer esta transición de emprendedor a empresario; para muchos la carga de la administración de una empresa ya consolidada es un peso que les quita el aliento y el disfrute de hacer aquello para lo que nacieron: crear. El carácter del emprendedor hace que siempre se esté moviendo, y una empresa no puede ser elevada a su máximo esplendor sin un líder dispuesto a quedarse y trabajar por metas más lejanas que busquen en cierto modo la seguridad. Entonces, la principal diferencia entre emprendedor y empresario radica en que el primero busca generar nuevas cosas, mientras que el segundo busca gestionar y hacer crecer.
el negocio y disfruta con ello. Otra diferencia está en los modos o perspectivas que se encaran para estos fines; para el emprendedor, su interés está centrado en el ansia de superarse, alcanzar la autorrealización e independizarse, mientras que para el empresario tradicional se sitúa en el crecimiento y en la rentabilidad.
No importa de dónde provengan las personas, quienes emprenden coinciden casi por completo en las cuestiones que hacen falta para iniciar un proyecto. Así, palabras como creatividad, acción, convicción personal, confianza, pasión, perseverancia, obstinación, mucho esfuerzo y humildad aparecen primeras en esta extensa lista. Más aún, las voces de los emprendedores cordobeses continúan enumerando las actitudes y aptitudes que debes tener para emprender: buena predisposición, mucha iniciativa, alta dosis de autogestión, fortalecerse de las adversidades, reconocer los pequeños logros, sentido de la oportunidad, diferenciarse, animarse a cosas nuevas, creer en lo que uno sabe, tener liderazgo, estar dispuesto a perderlo todo y tener ganas de volver a empezar. Seguramente la lista podría ser más extensa, pero las anteriores definiciones resumen en su mayor parte lo que te hace falta para emprender. Ahora bien, también es importante destacar que hay habilidades que se pueden desarrollar con ganas, tiempo y práctica. Claramente, una persona no nace con todas estas virtudes, sino que si tiene la voluntad de hacerlo, las adquiere con el tiempo.
Como se mencionó anteriormente, cualquiera puede hacerlo. Sin embargo, es necesario pensar en los rasgos de comportamiento que crean los emprendedores. Cualquiera puede ser emprendedor, pero eso no significa que sea ideal. Siempre debes ser positivo con ideas distintas a las aspiraciones de fracaso persistente, perseverancia, desafío y desprecio en el sentido de querer innovar para mejor.
En el gráfico a continuación podemos ver un ejercicio simple y fácil que analiza en el eje vertical la inspiración o visión creativa y en el eje horizontal la capacidad de acción.
Ambos ejes del cuadro debemos interpretarlos de la siguiente forma:
Está estrechamente relacionado con la creatividad.
Puedes hacer este ejercicio en un cuaderno te ayudara a estar mas claro
si no estás en el punto 4 entonces qué tienes pensado hacer para llegar allí.
Las comunidades empresariales y corporativas son comunidades inspiradoras y de acción de alto nivel. Este tipo de cultura es característico de individuos, negocios y empresas que constantemente aprovechan las oportunidades actuando con creatividad e iniciativa en todos los niveles.
Antes de sumergirnos en la cultura empresarial, repasemos brevemente los tipos de culturas:
Muchas personas, comunidades y empresas de todo el mundo tienen esta cultura. Este tipo de personas y / o empresas se caracterizan por un trabajo diario sin propósito. La gente rutinaria no tiene ningún propósito o propósito especial.
Su pensamiento es rígido, general y está guiado por una cultura burocrática tradicional. Este tipo de cultura surge del sobredesarrollo de la organización. La falta de motivación, las restricciones «imposibles» y los tabúes que son característicos de este grupo. Todo esto provoca parálisis y ralentiza la progresión.
No hay una decisión rápida, ni un descanso, ni una oportunidad ni una acción. En resumen, las características definitorias de la cultura burocrática son:
Es el caso de personas que se caracterizan por un alto grado de visión, imaginación y creatividad, pero con un grado muy bajo de acción. Este tipo de personas percibe las oportunidades que existen pero cuentan con una muy baja capacidad de acción, generalmente por miedo a los fracasos.
La persona emprendedora y una sociedad emprendedora, es aquella que posee un elevado nivel de visión y acción. Es decir que perciben, buscan y aprovechan oportunidades constantemente y en todos los niveles con creatividad e iniciativa para la acción.
Ahora que conocés las características del emprendedor, te proponemos que evalúes si tenés actitudes emprendedoras que te ayuden a ponerte en marcha.
Es fácil, son 14 afirmaciones que ayudan a evaluar si estás teniendo actitud emprendedora. Asignale un puntaje del 1 al 3 de la siguiente manera: Si estás de acuerdo con la afirmación asígnale un 3, si no estás muy convencido un 2 y si no estás de acuerdo un 1.
1 | Estoy Dispuesto A Asumir Riesgos |
2 | La Economía De Mi País No Determina El Resultado De Mi Negocio |
3 | Cuando Trabajo, Lo Hago Para Hacerlo Lo Mejor Posible |
4 | Motivo A Las Personas Que Están Cerca De Mí |
5 | Para Tener Éxito En Los Negocios Es Necesario Llevarse Bien Con Los Que Se Trabaja |
6 | Trato De Sacar El Máximo A Mis Recursos |
7 | Sacrifico Mi Propio Bienestar Para Aprovechar Oportunidades |
8 | Me Gusta Ser Reconocido Por Lo Que Hago |
9 | Manejo Muy Bien Las Situaciones Difíciles |
10 | Soy Perseverante Y No Me Desanimo Si Falló El Primer Intento |
11 | Busco Permanentemente Nuevas Formas Para Hacer Las Cosas |
12 | Quiero Ganar Dinero |
13 | Creo En Lo Que Soy Capaz De Hacer |
14 | Me Llevo Bien Con La Gente |
¿Cuántos puntos sumaste?
Cuando comienza la búsqueda de empleo y es el momento de ingresar al mundo laboral, debe preguntarse dónde puede involucrarse y encontrar la manera que mejor funcione para todos. Ya sea que trabaje por cuenta propia o para una empresa, encontrar un trabajo es difícil. Es una decisión que tiene en cuenta los intereses individuales, las habilidades y el potencial de desarrollo futuro.
Pero para poder elegir bien, primero es necesario conocer algunas características del trabajo en relación de dependencia y de la actividad independiente. Si bien hay algunas diferencias que parecen obvias entre estas dos formas de generar ingresos, en realidad hay más similitudes de las que uno piensa. Y estas similitudes se encuentran principalmente en el hecho de que para que nos vaya bien debemos tener una actitud emprendedora ya sea como empleados.
Una de las primeras cosas que se analizan al pensar en esta comparación es la cuestión de las horas de trabajo. Existe el mito de que trabajando en un emprendimiento propio no tengo que cumplir horario y puedo manejar mis tiempos. Esto es así parcialmente. Si nosotros decidimos poner un local de venta al público, por ejemplo, no debemos abrir y cerrar el local adecuando el horario diariamente de acuerdo a nuestra conveniencia personal. Debemos respetar un horario todos los días para que nuestro cliente sepa cuándo puede comprar y cuando no. Si nosotros abrimos todos los días en un horario y un día decidimos abrir más tarde, podemos perder parte de nuestra clientela, lo que afecta negativamente a nuestro negocio. Además, cuando encaramos un proyecto propio, ya sea de manera individual o en cooperación con otras personas, seremos nuestros propios jefes. Como todo depende de nuestro trabajo, el tiempo no se mide en horas trabajadas en el local sino en objetivos cumplidos, con lo cual por lo general uno no se limita solamente a un horario laboral fijo. Un proyecto donde uno es dueño, suele significar un trabajo con mucha dedicación horaria, porque mientras más esfuerzo pongamos más probabilidades tendremos que nuestro emprendimiento funcione y crezca en el tiempo. Por su parte, muchas veces se piensa que cuando trabajamos en relación de dependencia sólo debemos cumplir el horario establecido por nuestros jefes. Sin embargo, para destacarnos dentro de la empresa, es importante trabajar por objetivos y comprometernos a cumplir con nuestras metas.
Otra de las cuestiones que debemos tener en cuenta es la responsabilidad que implica ser empleado o ser emprendedor. En un trabajo en relación de dependencia, las responsabilidades pueden limitarse a las que requiere el puesto. Sin embargo, es importante para el crecimiento en nuestro lugar de trabajo tener iniciativa y proponer mejoras. Cuando iniciamos un emprendimiento la responsabilidad y el compromiso con que vayamos a encararlo es determinante del logro o fracaso del mismo. Cumplir con la palabra, cobrar lo que el producto vale y atender bien al cliente, informándoles sobre el bien o servicio que estamos ofreciendo, son algunos ejemplos de este compromiso.
Un tercer punto, en muchos casos crucial al momento de tomar la decisión, es la estabilidad o seguridad que puede brindar un trabajo en relación de dependencia en donde todos los meses nos pagan un ingreso determinado. Es real que da mucha tranquilidad tener previsibilidad sobre cuáles serán nuestros ingresos mensuales y saber que vamos a recibir un sueldo el mismo día todos los meses. En cambio con un emprendimiento propio, lleva tiempo alcanzar la estabilidad de un ingreso relativamente fijo y aceptable, a veces incluso esto no se logra. Sin embargo, también es cierto que con un emprendimiento propio existe la posibilidad de generar un ingreso superior al que pudiésemos alcanzar como empleados si tenemos éxito con nuestro proyecto. Con paciencia, esfuerzo y perseverancia, se puede alcanzar la estabilidad económica.
Como se puede observar, no hay una opción que sea mejor que la otra, son diferentes formas de trabajo y de generar fuentes de ingreso para poder progresar. Incluso muchas personas tienen un empleo en relación de dependencia y en sus horas libres deciden emprender una actividad para generar un ingreso extra. Otras personas emprenden como forma de subsistencia hasta encontrar un puesto de trabajo estable. Nuestra elección dependerá entonces de la etapa por la que estemos pasando en nuestras vidas y de cada situación en particular. Dependerá también de nuestra personalidad y de nuestras habilidades. Otro concepto que debemos aprender y que nos ayuda a tomar la decisión más conveniente para nosotros es el de “costo de oportunidad”.
El costo de oportunidad de emprender, por ejemplo, es el dinero que dejamos de percibir por destinar nuestro tiempo a emprender cuando en ese tiempo podríamos estar ganando un sueldo en una empresa tal vez. Ese dinero que dejamos de percibir por no realizar una actividad para desarrollar otra es nuestro costo de oportunidad. Por ejemplo, si nosotros tenemos una peluquería y atendemos de 12 a 20 horas, en ese horario podríamos trabajar en una fábrica que nos pagaría un salario mensual, precisamente este salario mensual constituye nuestro costo de oportunidad. Lo que está claro es que para progresar, independientemente de si tenemos un emprendimiento o de si estamos trabajando en relación de dependencia, debemos tener siempre una actitud emprendedora. Tener una actitud emprendedora significa ser proactivos, creativos, innovadores, comprometidos, perseverantes y generar “propuestas de valor” para diferenciarnos y mejorar nuestro desempeño.
Debemos tomar decisiones que nos permitan progresar, buscando mejorar nuestra situación, la de nuestra familia y la de nuestro entorno. Esto lleva tiempo y mucho esfuerzo, pero es posible. En esta búsqueda es importante que encuentres tu propio camino y tomes la decisión de transitarlo con pasión, compromiso y honestidad.
En el mundo de las empresas hay una máxima que dice: “no dejes a un emprendedor hacer la tarea de un empresario y viceversa”. Un emprendedor es una persona que disfruta de un estado de incertidumbre permanente, con la cabeza en las estrellas pero los pies en el suelo; un soñador con los ojos abiertos que no deja de tener esperanza en su visión aún ante las peores situaciones. El empresario, por el contrario, tiene metas más prácticas, menos emocionales y no por eso menos importantes y valederas. Busca administrar la empresa en un clima de estabilidad y seguridad. De lo anterior se deduce que un emprendedor difícilmente tendrá los mismos resultados que un empresario; los dos trabajan con empresas, pero trabajan en tiempos diferentes. El emprendedor trabaja formando la empresa; el empresario la hace crecer cuando está constituida. Es decir, una misma persona puede primero ser emprendedor y luego empresario. de emprendedor a empresario.
En muchos casos los emprendedores se transforman en empresarios cuando administran y hacen crecer la empresa bajo metas y objetivos que son continuidad de los propuestos originalmente. Pero no todos los emprendedores desean hacer esta transición de emprendedor a empresario; para muchos la carga de la administración de una empresa ya consolidada es un peso que les quita el aliento y el disfrute de hacer aquello para lo que nacieron: crear. El carácter del emprendedor hace que siempre se esté moviendo, y una empresa no puede ser elevada a su máximo esplendor sin un líder dispuesto a quedarse y trabajar por metas más lejanas que busquen en cierto modo la seguridad. Entonces, la principal diferencia entre emprendedor y empresario radica en que el primero busca generar nuevas cosas, mientras que el segundo busca gestionar y hacer crecer.
el negocio y disfruta con ello. Otra diferencia está en los modos o perspectivas que se encaran para estos fines; para el emprendedor, su interés está centrado en el ansia de superarse, alcanzar la autorrealización e independizarse, mientras que para el empresario tradicional se sitúa en el crecimiento y en la rentabilidad.
No importa de dónde provengan las personas, quienes emprenden coinciden casi por completo en las cuestiones que hacen falta para iniciar un proyecto. Así, palabras como creatividad, acción, convicción personal, confianza, pasión, perseverancia, obstinación, mucho esfuerzo y humildad aparecen primeras en esta extensa lista. Más aún, las voces de los emprendedores cordobeses continúan enumerando las actitudes y aptitudes que debes tener para emprender: buena predisposición, mucha iniciativa, alta dosis de autogestión, fortalecerse de las adversidades, reconocer los pequeños logros, sentido de la oportunidad, diferenciarse, animarse a cosas nuevas, creer en lo que uno sabe, tener liderazgo, estar dispuesto a perderlo todo y tener ganas de volver a empezar. Seguramente la lista podría ser más extensa, pero las anteriores definiciones resumen en su mayor parte lo que te hace falta para emprender. Ahora bien, también es importante destacar que hay habilidades que se pueden desarrollar con ganas, tiempo y práctica. Claramente, una persona no nace con todas estas virtudes, sino que si tiene la voluntad de hacerlo, las adquiere con el tiempo.
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